En el llamamiento universal a la acción para proteger el planeta y mejorar las vidas y las perspectivas de las personas en todo el mundo que suponen los Objetivos de Desarrollo Sostenible, la Economía Social y las Sociedades Laborales tienen un gran protagonismo y potencial transformador, al presentar un modelo alternativo que defiende la primacía de las personas sobre el capital, con los principios de democracia, solidaridad y cohesión social como elementos claves en la gestión.
Conviene subrayar que la Economía Social representa un 12% del empleo total y aporta un 10% al PIB estatal. Son cerca de 44.000 las empresas y organizaciones de la Economía Social y el volumen de empleo directo e indirecto alcanza a 2.200.000 personas, según datos de la Confederación Empresarial Española de la Economía Social (CEPES), siendo la Sociedad Laboral una parte importante de este modelo.
Entre sus principales banderas están el empleo estable y de calidad, la participación de las personas trabajadoras en el capital, el impulso de la formación y capacitación y la reducción de las desigualdades mediante una mejor redistribución de la riqueza, además del arraigo territorial, un elemento clave en la reformulación del modelo productivo a nivel global, que se ha convertido en prioritario como condición de posibilidad para lograr muchos de los objetivos anteriormente mencionados.
La Sociedad Laboral, gracias a su compromiso con el entorno y enraizamiento territorial, ofrece una solución innovadora a muchos retos mundiales que enfrentamos en la actualidad, como el cambio climático o la digitalización. Esta fórmula de gestión empresarial trabaja con y para las entidades locales y tiene un gran potencial para crear empleo y nuevas oportunidades para el reciclaje profesional, vital para facilitar una recuperación inclusiva.
Bajo este modelo, las empresas, además de tener su propia cuenta de resultados, generan economía de forma indirecta al trabajar con proveedores locales o al colaborar con centros de formación profesional en proyectos de investigación con organizaciones de la competencia. Una cultura interiorizada en las Sociedades Laborales que, ante un contexto en el que muchas de empresas se están yendo fuera o están siendo compradas por grandes multinacionales, fomenta la creación de riqueza en el país y el mantenimiento de un nivel de bienestar alto a largo plazo.
Cabe recordar que, en su origen, la constitución de sociedades laborales se producía de forma mayoritaria en procesos de reconversión de grandes empresas industriales en situación de crisis y abandonadas por sus anteriores propietarios en las que los trabajadores y trabajadoras se hacían cargo del total de la actividad de la entidad. Gracias a ello, se daba continuidad al proyecto y se mantenían los puestos de trabajo. Muchas de estas resisten hasta el día de hoy, generando riqueza y empleo en sus territorios.
La Sociedad Laboral emerge por tanto como una opción de emprendimiento que fortalece el tejido empresarial y contribuye al arraigo territorial de las empresas a nivel local. Este modelo demuestra que existe una alternativa viable de desarrollo, alineando los intereses de los trabajadores con la búsqueda de rentabilidad económica. Una suma de pasos dados de forma colectiva que tienen su eco a nivel global.

